Aplicar la perspectiva de género en los contenidos que creamos y elaboramos, sean informativos, de entretenimiento o de ficción, no es una tarea fácil, sobre todo porque en nuestros procesos de socialización hemos interiorizado una serie de prejuicios y de estereotipos que son difícilmente detectables salvo que activamos la mirada crítica de forma consciente. No solo nos acompañan, sino que forman parte del paisaje mediático en que nos movemos diariamente: se filtran y pasan desapercibidos. Descodificarlos, identificarlos y evitarlos forma parte de esta mirada con perspectiva de género que tenemos que conseguir incorporar como futuros y futuras creadoras de contenidos. En realidad, aplicar la perspectiva de género es una tarea compleja que va más allá de instalar el equilibrio en la presencia de las mujeres y los hombres, es también hacer una representación no estereotipada, dar importancia a las visiones de las mujeres y a sus aportaciones, visibilizar no solo la discriminación histórica que han sufrido las mujeres, sino también las opresiones que confluyen con la variable de género, como por ejemplo el estatus social, la etnia, la orientación sexual o la identidad de género. Y, muy especialmente, convertirnos en agentes conscientes del papel central que tienen los medios y, por extensión, las personas que trabajamos en ellos, para combatir las violencias machistas estructurales que perviven en nuestras sociedades de muchas formas, soterradas y visibles, físicas y simbólicas, y que constituyen una auténtica lacra social que atenta contra las vidas de las mujeres y su libertad.